sábado, 20 de noviembre de 2010

¿Me dejas calentar mi mano en el bolsillo de tu chaqueta?

De amor, cariño, ubicación, lejanía, de lo cardinal y del camino. ¿Cuántos latidos son la distancia que  nos separa?, ¿Cuántos besos ocupa este vacío? ,¿Es probable hacer nuevas escalas en nuestra "ruta del corazón"?, ¿Recuerdas el edificio con sus rejas forjadas?, ¿y la vetusta fachada de la casa del siglo XVI? Siempre me gustaron las casas, los hogares que ocultan vida tras sus muros...tu siempre amaste la vida, quizás por esa sencillez nos encontramos en un puente. Cuando me quitaste aquella pestaña del ojo y yo miraba con atención tu boca entreabierta, fue como la primera vez que me quitaste el vestido que compré en la Rue de Rennes. Que cada momento cuenta, que momento sin contar es perdido, que las medidas se violan y pierden a tu lado, y que el tiempo fluye como el agua del río buscando siempre el encuentro mayor y más pleno.
Tus dedos que se entrelazaron con los míos aquel domingo en la casa de padre.

Amor mío, mi amor, amor hallado 
de pronto en la ostra de la muerte. 
Quiero comer contigo, estar, amar contigo, 
quiero tocarte, verte. 

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo 
los hilos de mi sangre acostumbrada, 
lo dice este dolor y mis zapatos 
y mi boca y mi almohada. 

Te quiero, amor, amor absurdamente, 
tontamente, perdido, iluminado, 
soñando rosas e inventando estrellas 
y diciéndote adiós yendo a tu lado. 

Te quiero desde el poste de la esquina, 
desde la alfombra de ese cuarto a solas, 
en las sábanas tibias de tu cuerpo 
donde se duerme un agua de amapolas. 

Cabellera del aire desvelado, 
río de noche, platanar oscuro, 
colmena ciega, amor desenterrado, 

voy a seguir tus pasos hacia arriba, 
de tus pies a tu muslo y tu costado.
 JAIME SABINES


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de 
fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. 
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me 
receto tiempo, abstinencia, soledad. 

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? 
No es mucho, ni es poco, es bastante. En una 
semana se pueden reunir todas las palabras de amor 
que se han pronunciado sobre la tierra y se les 
puede prender fuego. Te voy a calentar con esa 
hoguera del amor quemado. Y también el silencio. 
Porque las mejores palabras del amor están entre dos 
gentes que no se dicen nada. 

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y 
subversivo del que ama. (Tú saber cómo te digo que 
te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame 
agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"... Entre 
las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he 
dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te 
quiero".) 

Una semana más para reunir todo el amor del 
tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú 
quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No 
sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para 
entender las cosas. Porque esto es muy parecido a 
estar saliendo de un manicomio para entrar a un 
panteón. 
JAIME SABINES

2 comentarios:

  1. Me gusta este espacio que es como un ir allí donde el corazón late más aprisa en sus ensueños, en su anhelo de descubrir lo que está por llegar, lo que al fin vino, lo que un día se fue. Gracias por este santuario de palabras unidas con el corazón, fuera de la mente que todo lo enajena. Margarita

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  2. Gracias por tus generosas palabras Margarita. Un abrazo.

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