lunes, 18 de octubre de 2010

Ciertos días en los que busco mi propia lengua

Cuando como la mariposa que sale del capullo y alza su vuelo, recuerdo ciertos días en que me anclé fuera...y en aquellos días tuve que buscar mi lengua, mi imaginario, mis momentos y nuevas significaciones. Me recuerdo, me recuerdo en mi pequeño piso de París, sola y sentada en el alfeizar de la ventana, infusión en mano y con música de clavecín. Añorando una voz templada por el auricular, que nunca fue real ni estuvo presente. Recuerdo la bicicleta con su cesta delantera, en la que depositar el mapa de las calles sin transitar, que simplemente transformé a mi antojo en  un laberinto interior sin minotauro. Sola, yo, mi, me, conmigo, sola para descubrir otra luz, mi propia lengua viva, esa que a veces tanto asusta pero es tan necesaria. En ocasiones he sentido que tejía una maraña parecida a una manta en la que resguardarme, aunque nunca tuve claro si era para hacer el amor dentro de ella, o más bien una simple mortaja.


Quisiera ser exacta,
hay días en que quisiera,
ciertos días,
ser exacta
como el reloj de la estación
quisiera, como la prisa, exacta,
del viajero
que no soy yo, quisiera, hay días
exactos, en que quisiera, exacta
como el reloj de la estación,
quisiera no esperarte, ser
inútilmente, quisiera en que quisiera
no estar desesperada, ser, días
ciertos días
mirando ese reloj
que con exactitud quisiera
aunque no sabe
dónde estás, dónde está
inexcusable mi razón
y en qué estación perdida
días
quisiera
ser
de qué pueblo o ciudad que yo no alcanzo
cumplido ya el trayecto,
tu reloj habrá dado las nueve
y tú cierras un libro
como el que deposita
un bisturí.
VANESSA PÉREZ SAUQUILLO

2 comentarios:

  1. Aurora el poema es precioso, pero tu entrada no se queda corta en absoluto.

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  2. Querida Esther, muchas gracias. Espero veros pronto. Besotes.

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