sábado, 30 de octubre de 2010

Sobre la libertad y el amor

La condición que mas me eleva es la libertad, la libertad capaz de elegir un cuerpo en el que anclarse, un hombro en el que reposar la cabeza, una melodía con la que recordar. El mediodía caluroso en el que libremente abres tus brazos a otro cuerpo, el murmullo de una risa fugaz, capaz de traer al presente ensoñaciones de antaño. La libertad, esa que nace del corazón y crea cada una de las experiencias...la que debe de conducir las palabras en la construcción de tu propio ser y de tu amor. La libertad exaltada por Cernuda, no hay más libertad que la del amor, hombre más libre que el que ama y lo expresa, sin muros de Berlín, sin paisajes escarpados interiores, solo con los mil detalles que brotan del latir continuo de la vida interior. Quiero amar libremente con cada uno de los poros de mi piel.



Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

AGUSTÍN GARCÍA CALVO

P.D. Gracias Teresa porque cuando el día 28 de octubre, asistimos al recital de Manuel Valenzuela, tú me recordaste que este poema era mi cántico, y que la libertad era mi expresión.


No hay comentarios:

Publicar un comentario